El atentado que casi termina con la vida del Papa Juan Pablo II

- Poco después de asumir el papado, Juan Pablo II recibió varios disparos durante una ceremonia pública que lo dejaron en grave estado de salud, aunque logró sobrevivir y mantener el tercer pontificado más largo de la historia.
La historia está repleta de momentos en los que la vida de máximos dirigentes de un estado, la iglesia o la realeza se han visto amenazadas e, incluso, muchas en los que los atacantes han conseguido acabar con ellas.
Juan Pablo II (1920-2005), elegido como pontífice a finales del año 1978, no tardó mucho tiempo en conocer la realidad de este peligro, aunque para su fortuna las consecuencias fueron graves, pero no fatales. El 13 de mayo de 1981, el papa recibió cuatro disparos que impactaron en su cuerpo y lo dejaron herido de gravedad.
SALVADO, ¿MILAGROSAMENTE?
La Plaza de San Pedro de la Ciudad del Vaticano estaba abarrotada. Los fieles se habían congregado para rendir tributo a la Virgen de Fátima, figura emblemática de la iglesia católica y allí, entre el tumulto, se escondía el hombre armado que planeaba acabar con la vida de Juan Pablo II.
Se trataba de Mehmet Ali Ağca, un joven de origen turco de tan solo 23 años de edad que, moviéndose entre la multitud, aprovechó para acercarse al Papa y, a una distancia relativamente corta, disparar varias veces con un arma semiautomática de 9mm.

A pesar de que varios testigos intentaron detener al tirador, el daño ya estaba hecho: aquella tarde Juan Pablo II recibió dos balas en el abdomen y otras dos en la mano y el brazo. Unas monjas que se encontraban cerca de Ağca en el momento del tiroteo pudieron impedir que siguiera disparando y, momentos más tarde, fue detenido.
Salvado de la muerte
La plaza se llenó de un ruido ensordecedor y, después, el público se puso de rodillas e iniciaron una oración que, según muchos dicen, salvaría la vida de Juan Pablo II. Por suerte, las balas que habían ingresado en la cavidad abdominal no habían tocado ningún órgano o arteria vital, principal motivo por el cual el Papa salió del encuentro con vida. A continuación, primero el papamóvil y luego una ambulancia se apresuraron a llevar al pontífice, en estado crítico, hacia el hospital, donde fue intervenido de urgencia.

Contra todo pronóstico, las consecuencias del atentado no serían tan graves como las circunstancias lo planteaban en un inicio, y el pontífice sobreviviría. No sólo eso, sino que su recuperación, aunque larga, no sería de lo más compleja.
Las imágenes del atentado fueron televisadas y conmocionaron al mundo entero. Muchos todavía hoy asocian su milagrosa resistencia a una intervención divina. Ağca, que había sido juzgado y encarcelado, jamás dio claros detalles que ayudaran a esclarecer los motivos del intento de asesinato. Dos años más tarde, Juan Pablo II le hizo una visita en la cárcel, donde le otorgó su perdón.